Silencio + Investigación + Estudio = ¿Buen trabajo?

*Entró en la biblioteca y sin más, aquella oleada de silencio la recorrió dentro de su cabeza. "Mmmm... que bien sienta ésto", sintió la mirada de la bibliotecaria fulminándola con cierta frialdad, no estaba segura de cuál era el motivo, pero parecía que las escogían copiando el mismo patrón de la Srta. Rottenmeier, mujer estirada con talante serio y frío, pelo recogido en un moño como si con ello se aferrara las ideas a la cabeza y espalda recta como si la hubíesen empalado (- -U), la mujer la miraba ya adelantando el gesto del dedo en sus labios, torcidos en unos morritos con aquellos labios arrugados remarcando sin sonido un "Shhhhh" para que Rayne guardase la calma del lugar. Dentro ya habían algunos alumnos estudiando y aquel ambiente invitaba a cualquiera a inspirarte, gozando de una buena lectura como si aquellos grandes libros te teleportasen como espectador de grandes batallas como las Guerras de Beleriand, haciendote oír el entrechocar del metal de las armas y los gritos de los bárbaros, oliendo incluso sus sudores y sangre derramada. La vampira caminó sin apartar la mirada de la "Srta. Rottenmeier" por los pasillos de escritorios dipuestos para los alumnos. Eligió una mesa al fondo junto a estantes colmados de libros y dejó el portátil y su cuaderno sobre la superficie y caminó avanzando hasta los estantes... perdiéndo su mirada en los tomos de aquellos libros. Dejó escapar un suspiro y retornó al escritorio, sentándose en el banquillo mientras abría el portátil y prendía presionando el botón on. El símbolo de apple le daba la bienvenida mientras todo el sistema se reestablecía. Se sacudió el cabello mientras se acomodaba en la silla y comenzaba a teclear sobre aquel teclado plano, provocando un sonido leve y suave "tac tac tac tac" mientras varias ventanas de internet se apilaban en fila en la barra de inicio. "Dagas... dagas.... dagas... mmm... aqui hay algo...." Tomó su cuaderno y comenzó a escribir lo que le parecía interesante o de valor cultural a lo que requería la tarea encomendada:

DAGA:

Una daga (del latín vulgar daca) es un arma blanca de lámina aplanada y remate agudo. Es más larga que un puñal y más corta que una espada. Suele poseer doble filo y guarda para proteger el puño. Se la utilizaba como arma secundaria, complementando a la espada. También solían llevarlas las mujeres como protección.

Las dagas más tempranas aparecen en el III milenio a. C., en la Edad del Bronce. Los materiales con los que se hacían eran huesos, marfil y sílex.

En todos los casos, las dagas y los cuchillos son considerados armas secundarias o terciarias.

Las dagas suelen estar relacionadas con la ambigüedad. El caso más famoso de un asesinato con una daga fue el de Julio César, dictador romano que sufrió 23 puñaladas, una por cada uno de los miembros del Senado. Pero, irónicamente, las dagas son relacionadas asimismo con la determinación y el coraje.

DAGAS EN LA HISTORIA

Las armas son símbolos ambiguos de poder agresivo y defensivo, de liberación y de opresión. Muchas armas están unidas a la verdad, el perfeccionamiento u otras virtudes, y en los mitos y leyendas, las armas mágicas se conceden solo a los héroes. Las armas son a menudo objetos ceremoniales de autoridad y justicia.
Como muchas otras armas, la daga o puñal tiene su parte violenta. Pero al contrario que otro tipo de armas, ha adquirido cierto simbolismo específico. Fácil de ocultar y de esgrimir, la daga fue preferible a la espada como compañía constante, y se convirtió en la favorita de asesinos, para simbolizar la traición y la puñalada por la espalda. En algunas culturas, los puñales tienen distintos significados según su forma.
Por ejemplo, el lado destructivo se expresa en las manos de las divinidades hindúes. Pero en el budismo, significa separación de los bienes materiales. El phurba de tres lados tibetano simboliza la sumisión de los demonios... y en la iconografía cristiana, la daga es el atributo de varios santos, como en el caso de San Bartolomé.

DAGAS MEDIEVALES

Algunas dagas medievales tenían hojas rectas, mientras que otras tenían sus hojas diseñadas en forma de zigzag o curva. Normalmente esto era más para aparentar que para su uso real, ya que las cuchillas con forma de zigzag eran menos efectivas como armas para apuñalar que las de hoja recta.
Dependiendo del uso de la daga, algunas estaban muy decoradas y tenían la empuñadura diseñada con decoraciones, y podían incluso tener incrustadas piedras preciosas, dependiendo del dueño y del uso de la daga.
Las dagas medievales eran un tanto pequeñas de forma que pudieran ser usadas y transportadas con facilidad. Como algunas eran usadas fuera del campo de batalla, necesitaban poder esconderse en el abrigo o en las mallas. También, ya que no eran usadas como un arma de esgrima, la empuñadura no tenía nada con que proteger la mano, ya que era simplemente usada para sujetar el arma.

No estaba mal la fuente de información, aunque no sabría si todo ello sería necesario y/o lo que realmente se requería, pero se sintió orgullosa de descubrir el pasado de sus "bombones". Siguió buscando más información para adornar su trabajo, pero ya le parecía introducción encontrar historias indú o aztecas o vudístas incluso. Dejó el portátil en modo suspenso y se desesperezó en la silla. Miró alrededor, la Srta. Rottenmeier no estaba sentada en el mostrador, la buscó por los pasillos que estaban a sus lados pero no la hayó, supuso que estaría ordenando y desistió dejando recostarse en la silla, cerrando los ojos, pensativa.*

*Tenía la mirada perdida, sumida en sus pensamientos. Nada interesante, pequeños altibajos emocionales recordándo con lejanía momentos de cuando estudiaba en la facultad. Una sonrísa se dibujó en la comisura de sus labios cuando se recordaba a sí misma cuando tenía dieciochos años, una chica enclenque pero bien formada con cabellos negros azabache y tez pálida pero con brillos dorados y unos ojos intensamente verdes botella, no es que fuese Miss Universo, desde luego, pero era atractiva y no le escaseaban los pretendientes. Esbozó más amplio aquella sonrísa tornándose lúgubre, hasta había llegado a encaprichar a un vampiro hasta el punto de tomarla por la fuerza y obligarla a sus maquiavélicos planes. Suspiró volviendo al tiempo contemporáneo, inclinándose nuevamente sobre el portátil que aparcó su estado de sopor con un tintineante parpadeo, recuperando las ventanas con la información que Google le había facilitado, deslizó su dedo por la pantalla táctil que sería el ratón del pc para desplazar la barra de desplazamiento de la página web que estaba visualizando. No vió nada interesante para añadir a su trabajo. Volvió a levantar la mirada hasta el mostrador y allí estaba la Srta. Rottenmeier con lo que cerró todas las ventanas emergentes, apagó el portátil tomándolo con los brazos junto al cuaderno, se levantó evitando arrastrar la silla y con ello, evitar provocar ruído, se encaminó hasta el mostrador, con la mirada de Rottenmeier clavada en su figura como puñaladas.:

- Disculpe señora... -pronuncio en un murmullo- ¿Podría pasarme ésto a fotocopias y encuadernado a folio? Por favor

La mujer la observó y luego miró el cuaderno que le estaba tendiendo sin ademán de querer cogerlo, levantó la vista en la vampira y forzando una sonrísa cogió el cuaderno.
-Claro señorita, por favor, espere aqui, tardaré unos minutos...-Se levantó de su silla y se perdió por los pasillos entre los estantes de libros por una puerta al fondo (No se visualiza la puerta, pero se da a entender por el sonido que se aprecia en un lugar en silencio ante los movimientos ejecutados por las visagras y engranajes de ésta). Y al pasar "unos minutos" más tarde, reaparece con el cuaderno de Rayne más uno diferente en blanco con líneas negras que eran la caligrafía fotocopiada y encuadernado con portada en plástico transparente y anillas en negro de un material plástico. La mujer se lo hizo entrega con desprecio, realmente parecía que la mujer "amaba" su trabajo en la academia. Rayne cogió los dos cuadernos y la observó con desdén "Que simpática es... me abruma" pensó.


- Muchísimas gracias Señora, que tenga un buen día... Que no le agrave la sordera...-Se volteó antes de poder siquiera escuchar alguna protesta, imaginando el talante que se le pudiera haber quedado a la Srta. Rottenmeier, encaminandose para salir de la biblioteca con una risilla traviesa.*

[Cambio de escena]